Fue tras la sacrificada búsqueda de grandes obras que pasé por las caricaturas, comics e historietas en aquella etapa primaveral de mi vida. Solo tenía 7 o quizás 8 años cuando me aventure en diseñar mis primeros dibujos escolares de forma satírica. Mi debut dio vida a un grupo amplio de personajes fabulescos y meses más tarde sucesos reales. A este escenario sardónico involucro sin percatarme a todos mis colegas del aula, captando con gran rapidez los gestos grotescos y líneas definitorias para la personificación de su dibujo característico. Este nuevo matiz de infancia me creó dos tendencias inevitablemente hermanadas "la admiración y los problemas". Fue la primera de estas tendencias cual me lanzó sin temores al sacrificio de mi vida artística, y el credo en las labores o perseverancias. La segunda se materializó en ese rincón oscuro que aumenta sus penumbras mediante el acenso de la luz. Nací en una de las más grandes y enigmáticas dictaduras de américa, creo que dicho entorno no pudo ser mejor para mi fragua. Estos dos matices (siempre necesarios) ya con más fuerzas y energías encontradas funden o no mi nombre en el hierro dorado. Hoy, treinta años más tarde regreso a mis trabajos de infancias como un despertar del niño interno que habita dentro de nuestro ser. Esta edición especial de "La Chivichana sin Carrete" celebra la muerte del tirano Fidel Castro, notificada el pasado noviembre del 2016, y un posible desplome de la dictadura comunista prolongada en nuestra patria y América. Todos somos la libertad.