A raíz de todo un género narrativo que se desarrolló como consecuencia de la violencia política indiscriminada en las décadas del 40 y 50, en una ocasión García Márquez expresó que la literatura colombiana de esa época era "un inventario de muertos". Para demostrar que la violencia se podía novelar sin recurrir a una letanía de cadáveres insepultos, escribió entonces La mala hora. De igual modo, Vega Jácome enfoca un fragmento de la realidad en una etapa crucial de Colombia para demostrar que, si bien Río Abajo se inscribe en aquella época de matanzas y degollinas entre liberales y conservadores, posee los recursos literarios para manejarlos en el contexto totalizador de una sociedad rural en el proceso de transformar su personalidad histórica. La violencia, salvo en casos específicos que aluden a la vida de Purgatorio, fluye con la corriente del río que arrastra, además de la tarulla, el frágil destino de sus moradores.