Los fenómenos extraordinarios han sido objeto de estudio, investigación y generalización, desde hace miles de años.

La ciencia del Raya Yoga es el resultado práctico, producto del análisis efectuado sobre las distintas facultades religiosas de la especie humana. Contrariamente a la imperdonable actitud que han tenido algunos científicos modernos, el Raya Yoga no refuta la existencia de aquellos hechos difíciles de explicar. Por otro lado, demuestra cuidadosamente pero sin ambigüedades, a los supersticiosos, que la explicación a los milagros, a las plegarias respondidas o al poder de la fe, aunque sean hechos reales, no puede atribuirse a los poderes de un ser o distintos seres que viven más arriba de las nubes.

El Raya Yoga afirma que el hombre no es más que un conducto en el océano infinito del conocimiento y del poder, de donde nace la humanidad. Enseña que los deseos y los anhelos, así como el poder de reacción, forman parte del hombre. Que, sin importar dónde ni cuándo, si se cumpliera un deseo, anhelo o plegaria, significaría que la respuesta provino de esa reserva infinita, y no de ningún ser sobrenatural.

Luego de su primera visita al occidente, Swami Vivekananda retornó a la India, donde fundó la Orden Ramakrishna en 1898.

La vida y obra de Swami Vivekananda tienen la vastedad y profundidad que corresponde a un gigante espiritual de su talla. Él construyó su obra sobre la base de su total renunciación. Su mensaje está atravesado por una fuerza incontenible que ha levantado, y levanta, a miles del pozo del pequeño yo. Su pasión fue demostrar a todos su inherente grandeza, hacer de los hombres un sólido bastión de espiritualidad.

Vivekananda quería que cada uno reconociera su naturaleza divina y se erigiera como un faro en la costa, arrojando luz para guiar a otros a través de la oscuridad del océano del mundo.

Amaba a Dios en todas sus manifestaciones, pero especialmente en su pura expresión humana. Invocó como uno, sino el único, de los principios de la Orden, el del servicio a Dios en el hombre, destacando que servicio y adoración son uno. Quería que cada uno se volviera consciente de su propia fuerza espiritual como la de otros y que manifestara esta conciencia en un incansable servicio a la humanidad toda.