Jardín de luna
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Descripción
Poemas de añoranza, derramados como gotas de rocío entre la luna y la sombra. Flores, frutos y otras yerbas del paisaje interior
Presentación del libro Jardín de luna, de Elko Omar Vázquez Erosa
Por Jesús Chávez Marín Entre los discursos propios y ajenos que diariamente dan forma a los pensamientos, el texto poético es el más destilado, el más denso y el de armónica sonoridad. Entre la masa de información que nos llena la mente individual y colectiva de asesinatos sangrientos, aviones que estallan, fraudes financieros y políticos, borracheras terminales, kilómetros de anuncios agresivos y frivolidad descarada, existe también un libro de poemas como un acto de fortaleza y purificación.
Es cierto que mucha gente puede pasarse la vida sin leer poemas, aunque su vida será limitada porque nunca habrá de entender que en el sonido de las palabras se halla el aroma y la luz que rebelan aspectos de la propia existencia de cada persona y que el sentido pleno de las palabras, su significación más precisa, solo se realiza en el poema.
También es cierto que en cada época hubo quienes se atrevieron a navegar en su propia identidad para expandir la percepción y escribir este tipo de textos tan íntimos y a la vez tan universales, donde los lectores pueden reconocer como propias las voces inesperadas, sorprendentes, las que dejan la sensación de que ya las habíamos pensado nosotros mismos en alguna situación especial donde sucedió el amor, o el dolor, o el miedo y el presagio de la muerte, o el misterio de una mirada o la belleza de un rostro o un paisaje o un aroma o el milagro sereno de la amistad.
Un escritor profesional, como lo es Elko Omar Vázquez Erosa, quien tiene tres libros publicados y además se dedica todos los días a escribir notas periodísticas para televisión; estudió la carrera de ciencias de la información y se dedicó en un tiempo a escribir a destajo todo tipo de textos escolares y académicos por encargo en una pequeña empresa que tenían él y su mamá... un escritor profesional tiene la capacidad técnica para redactar cualquier tipo de texto que se proponga.
Excepto el poema.
Para escribirlo no basta solo la destreza y el uso correcto de las reglas gramaticales y la preceptiva. También hace falta que el poema llegue, que abra por un instante la ventana de la poesía. Y que en ese instante el poeta haya estado alerta y vigoroso para resistir la iluminación que sucede y pueda entonces iniciar el acto de la verbalización, de la escritura.
Nadie duda que los poetas son personas distintas a los demás. Incluso los hombres torpes que se burlan de los poetas y piensan que son locos, que están chiflados y que están fuera de la realidad, saben que ellos son diferentes al común de la gente. Que son sensibles. En esencia son más fuertes. Saben mirar con exactitud y mayor ángulo el territorio material y el territorio imaginario. Elko Omar Vázquez Erosa es uno de esos hombres.
En este nuevo libro suyo que hoy se presenta, editado bellamente por el Instituto Chihuahuense de la Cultura, reconocemos de inmediato el estilo Elko: versos de imágenes muy sutiles, volátiles; un lenguaje refinado y difícil donde se asoma un lector muy activo, en las referencias a muchos códigos culturales, mitología, metáforas y símbolos, pero sin recargamientos librescos ni culteranos; un tono leve de romanticismo bohemio y castizo; una reflexión filosófica y una línea estética de la tristeza y el dolor; una paisaje bien descrito donde la naturaleza aparece con todos los colores, olores, sonidos, en el canto emocionado de una contemplación y una esencia íntima, y donde también existen los automóviles y otras máquinas.
Presentación del libro Jardín de luna, de Elko Omar Vázquez Erosa
Por Jesús Chávez Marín Entre los discursos propios y ajenos que diariamente dan forma a los pensamientos, el texto poético es el más destilado, el más denso y el de armónica sonoridad. Entre la masa de información que nos llena la mente individual y colectiva de asesinatos sangrientos, aviones que estallan, fraudes financieros y políticos, borracheras terminales, kilómetros de anuncios agresivos y frivolidad descarada, existe también un libro de poemas como un acto de fortaleza y purificación.
Es cierto que mucha gente puede pasarse la vida sin leer poemas, aunque su vida será limitada porque nunca habrá de entender que en el sonido de las palabras se halla el aroma y la luz que rebelan aspectos de la propia existencia de cada persona y que el sentido pleno de las palabras, su significación más precisa, solo se realiza en el poema.
También es cierto que en cada época hubo quienes se atrevieron a navegar en su propia identidad para expandir la percepción y escribir este tipo de textos tan íntimos y a la vez tan universales, donde los lectores pueden reconocer como propias las voces inesperadas, sorprendentes, las que dejan la sensación de que ya las habíamos pensado nosotros mismos en alguna situación especial donde sucedió el amor, o el dolor, o el miedo y el presagio de la muerte, o el misterio de una mirada o la belleza de un rostro o un paisaje o un aroma o el milagro sereno de la amistad.
Un escritor profesional, como lo es Elko Omar Vázquez Erosa, quien tiene tres libros publicados y además se dedica todos los días a escribir notas periodísticas para televisión; estudió la carrera de ciencias de la información y se dedicó en un tiempo a escribir a destajo todo tipo de textos escolares y académicos por encargo en una pequeña empresa que tenían él y su mamá... un escritor profesional tiene la capacidad técnica para redactar cualquier tipo de texto que se proponga.
Excepto el poema.
Para escribirlo no basta solo la destreza y el uso correcto de las reglas gramaticales y la preceptiva. También hace falta que el poema llegue, que abra por un instante la ventana de la poesía. Y que en ese instante el poeta haya estado alerta y vigoroso para resistir la iluminación que sucede y pueda entonces iniciar el acto de la verbalización, de la escritura.
Nadie duda que los poetas son personas distintas a los demás. Incluso los hombres torpes que se burlan de los poetas y piensan que son locos, que están chiflados y que están fuera de la realidad, saben que ellos son diferentes al común de la gente. Que son sensibles. En esencia son más fuertes. Saben mirar con exactitud y mayor ángulo el territorio material y el territorio imaginario. Elko Omar Vázquez Erosa es uno de esos hombres.
En este nuevo libro suyo que hoy se presenta, editado bellamente por el Instituto Chihuahuense de la Cultura, reconocemos de inmediato el estilo Elko: versos de imágenes muy sutiles, volátiles; un lenguaje refinado y difícil donde se asoma un lector muy activo, en las referencias a muchos códigos culturales, mitología, metáforas y símbolos, pero sin recargamientos librescos ni culteranos; un tono leve de romanticismo bohemio y castizo; una reflexión filosófica y una línea estética de la tristeza y el dolor; una paisaje bien descrito donde la naturaleza aparece con todos los colores, olores, sonidos, en el canto emocionado de una contemplación y una esencia íntima, y donde también existen los automóviles y otras máquinas.
Detalles
Formato | Tapa suave |
Número de Páginas | 122 |
Lenguaje | Español |
Editorial | Independently Published |
Fecha de Publicación | 2019-08-12 |
Dimensiones | 8.0" x 5.0" x 0.29" pulgadas |
Serie | Diván |
Letra Grande | No |
Con Ilustraciones | No |
Temas | Hispano, Latino |
Garantía & Otros
Garantía: | 30 dias por defectos de fabrica |
Peso: | 0.141 kg |
SKU: | 9781089430605 |
Publicado en Unimart.com: | 02/11/23 |
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