La llegada de Vania a la comarca desencadena profundos cambios en una sociedad atemporal que muestra señales de atrofia. Hasta entonces la alianza entre las Hadas y el Gran Duque había bastado para asegurar el orden y la paz, pero hay cosas que no se pueden prever. Emoción, aventuras y humor son los ingredientes principales de esta historia que nos empuja a reflexionar sobre la sociedad humana y los valores que la sustentan. Reseña por Miguel Ángel Ríos Sánchez. Profesor en el IES "David Vázquez" de Pola de Laviana. Las hadas vuelven a Laviana en una tragedia. La Fomermeya (o Fombermeja) es una pequeña aldea de la parroquia de Lorío, en el concejo de Laviana, a la que se llega por una pésima carretera desde La Acebal. Situada a unos 500 metros de altura es lugar habitual de partida para visitar las Foces del Raigosu, el monte Soto o la Campa Perugues. Si vives allí, en su parte más alta, puedes ver las pisadas invernales de los lobos muy cerca de tu puerta, oler la tormenta acercándose amenazadora, pasear y perderte en la arboleda o ver al águila volando a tus pies. No es de extrañar que también allí haya nacido un libro sorprendente: El hada mancillada (CreateSpace, 2013. En papel y en formato electrónico en amazon.com) Su autor, Joel Sanz Ablanedo (Zaragoza, 1977), excepcional fotógrafo y profesor de Filosofía, lleva mucho tiempo llenándose de los aromas, de los colores y de las sugerentes historias del paisaje de la Fomermeya. Y como todo lo que se llena termina por derramarse el autor nos ha regalado, con esos ingredientes, una bellísima historia difícil de clasificar. Por qué? En el libro encontramos bosques misteriosos, castillos, cuevas y túneles como fondo de una apasionante historia protagonizada por hadas de muchos colores, una malvada bruja, trols y príncipes dispuestos a todo. Pero no estamos, al menos exclusivamente, ante lo que a primera vista muchos calificarían como una novela infantil ya que hay guiños, mensajes y niveles de lectura que a éstos se les escaparían. Aristóteles dijo en su Poética que la trama, el argumento de una tragedia constaba de tres partes: las peripecias, los reconocimientos y el hecho desastroso. La peripecia es un suceso brusco, repentino, algo imprevisto; es lo que cambia la dirección de la acción. El reconocimiento (anagnórisis) es caer en la cuenta de algo o alguien que se había olvidado o descuidado. Para Aristóteles el más bello reconocimiento es el que va acompañado de peripecia. El hecho desastroso (pathos) es una acción que destruye o hace sufrir, ya sea física o moralmente. Lo que demuestra la pericia de Joel Sanz en esta su primera novela está precisamente en el tipo de peripecias a las que nos somete, manteniendo la atención y el interés desde la primera página junto a la complicada estructura interna del texto que permite la sorprendente aparición/desaparición de lugares y personajes. Los reconocimientos acontecen (como en una buena película) cuando el lector está menos preparado. En cuanto a los hechos desastrosos... lean la novela y díganme, al final, si no estamos ante una excelente historia repleta de alegrías/miedos, amistad/desconfianza, amores/desengaños, perdón/venganza que hacen sufrir a los personajes (que nos hacen sufrir) sin poder dejar de mirar. En fin, una tragedia apta para todos los públicos. Atrévanse: pasen y lean.

Formato	Tapa suave
Número de Páginas	186
Lenguaje	Español
Editorial	Createspace Independent Publishing Platform
Fecha de Publicación	2013-10-28
Dimensiones	7.99" x 5.0" x 0.43" pulgadas
Letra Grande	No
Con Ilustraciones	No

Nacido en Zaragoza en 1977, se licenció en Ciencias Políticas y a partir de entonces desarrolló actividades tan diversas como las de fotógrafo o profesor de filosofía. Su interés por la literatura arranca a los diez años, tras leer en el colegio Las Aventuras de Vania el Forzudo, de Otfried Preussler. Entre sus escritores favoritos se encuentran John Cristopher, Edgar Allan Poe, Gerald Durrell, Charles Bukowsky, Pio Baroja, Guy de Maupassant, Federico G. Lorca, Lev Tolstoi, J. Steinbeck, J.D. Salinger, Sigmund Freud, F. Nietzsche...