Las palabras están allí, para ser usadas por aquellos que quieran comunicarse y, también, convertirlas en literatura. Pero qué sucede con esas personas que invierten o confunden una letra con otra? Cuál es el resultado y, sobre todo, cuál es el efecto que produce en los destinatarios que no poseen tal condición? "Dasefíos sobre el tecaldo" no viene a aclarar tales incógnitas. Simplemente transforma la dislexia en un elemento de humor para contar los episodios de su protagonista, que en este caso, es el propio autor: Alejandro Prado Jatar, ingeniero de profesión que halló en sus letras una pasión dormida que apenas comienza a despertar.Asistiremos a situaciones inverosímiles, que combinadas con esta suerte de trastorno, nos arrancará una sonrisa ante hechos de la vida misma. Volaremos con la prestigiosa y nueva línea aérea SOBACA; aprenderemos a diferenciar sabiduría y conocimiento para detectar a los mejores candidatos a novios para sus hijas según algunas meretrices; veremos una nueva maravilla de la medicina a través de un "redemio" para curar el engreimiento petulante y muchas relatos más donde el divertimento es la norma. Los invito a disfrutar de este Dasefío sobre el tecaldo de Ajelandro Pardo Tajar, y no se preocupe, que la disortografía no es contasioga.

Formato	Tapa suave
Número de Páginas	156
Lenguaje	Español
Editorial	Manuel a Prado
Fecha de Publicación	2016-11-11
Dimensiones	9.0" x 6.0" x 0.36" pulgadas
Letra Grande	No
Con Ilustraciones	No

Manuel Alejandro Prado Jatar, conocido entre sus cercanos amigos y familiares como Alejandro, se aventuró a hacer estudios profundos sobre sí mismo, pero no pudo aprobar sus exámenes de admisión. En consecuencia, esto lo llevó a irrumpir en el campo artístico. Primero, educándose en la pintura subliminal y, posteriormente, en el estudio de la música, dedicándose a tocar fagote en una orquesta sinfónica juvenil. En ambas disciplinas fue un verdadero desastre, dando por sentado que sus profesores estuvieron aguantando tormentosos períodos existenciales durante sus correspondientes tutorías. En la búsqueda de su nirvana, a Alejandro no le quedó otra opción sino que estudiar ingeniería, en donde se pudo graduar inesperadamente con excelentes calificaciones. Ello le valió un pase directo para obtener una beca de postgrado y así hacer una maestría en ingeniaría sanitaria. Aunque nadie lo pudiese creer, en ese postgrado también alcanzó un merecido éxito académico que le sirvió para ingresar en el mejor centro petrolero de innovación tecnológica que haya existido en Latinoamérica: Intevep. En dicho lugar, Alejandro laboró por mucho tiempo como investigador en las disciplinas de ecología y conservación ambiental. Luego vino su asignación y trabajo con el Centro de Humedales de la Universidad de Florida, así como también otras posiciones ocupadas en varias corporaciones multinacionales de energía. En el 2007, una de estas empresas le ofreció una posición como director e investigador en la metrópoli texana de Houston, ciudad en donde actualmente trabaja y vive con su familia. En realidad vive una parte de él en Texas, la otra sigue fija en su tierra natal, Venezuela. Finalmente, es importante aclarar que su incursión en la escritura es reciente. Por ende, sus otras publicaciones se encuentran todavía metidas en el tintero, perdón, en el "tecaldo".