Formar cultura es la tendencia natural de todo grupo humano. La cultura en la que estamos inmersos debe ser un tema que ocupe nuestra atención porque tiene efectos potentes sobre nosotros y porque podemos influir en ella para modificarla. Por tanto, necesitamos preguntarnos todo el tiempo si la cultura que hemos desarrollado, consciente o inconscientemente, colabora para el logro de nuestras metas o más bien las coarta. En el presente, este enfoque es altamente valorado en empresas o grupos de proyectos, precisamente porque en ese ambiente el logro de las metas tiene una importancia radical. Pero esta perspectiva también debiera permear el ámbito de nuestras familias, grupos de amigos y, sobre todo, la Iglesia.En este libro enfocaré aquellos valores esenciales para las relaciones, los cuales nos permitirán construir una comunidad de discípulos llena de Su Presencia. Por eso hablaremos de honra, evangelismo, generosidad, adoración, servicio y discipulado, temas que definitivamente han de caracterizar la vida de un representante de Cristo y de la comunidad donde se congrega.Un discípulo es una persona que ha llegado a experimentar el amor de Dios a través de la obra de Jesucristo, se ha dejado abrazar por el Padre Celestial para ser recibido como hijo muy amado y, a continuación, ha oído el llamado divino de asumir el privilegio de volverse un seguidor y representante de Cristo en la tierra, es decir, un discípulo con la misión de hacer discípulos. Le animo a perseverar en esta aventura de asimilar y promover la forma de vida de discípulos de Cristo.