Si en algún momento de melancolía nos ponemos a pensar en la actual situación de Venezuela, no podemos menos que imaginar que estamos soñando... que todo es producto de la fantasía. Una película de horror es nada comparado con nuestra existencia. Ya quedaron atrás las críticas a las hambrunas africanas, o a los campos sembrados de cadáveres de los gulags de la segunda guerra mundial. La gente se muere a las puertas de los hospitales por falta de médicos y medicinas; a las puertas de su casa por carencia de alimentos; viajando a pié o en alguna carcacha por exagerado aumento de la delincuencia. No tenemos medios de transporte, ni emisoras o periódicos que consultar para conocer la verdad de lo que ocurre en otros lugares del país; los trabajadores no asisten a sus trabajos porque los sueldos no les alcanzaría ni para comer un día con la paga de un mes; las familias se disgregan por diversas razones, entre las cuales destaca la espantada hacia otros lugares, que es el pan inexistente de cada uno de nuestros días. Sólo superviven los mafiosos, aquellos que usando uniforme o corbata dominan a las mayorías a sangre y fuego. La lucha es secreta, pero a muerte. Ya casi no puedes decir lo que piensas porque las paredes desarrollaron largas orejas que ayudan a fabricar extensas listas negras de todo y para todo; ya los colegios y universidades no funcionan porque los títulos desvalorizados por el gran reparto de la ignorancia no son reconocidos en otros lugares del mundo donde aún persista la civilización. Sólo te queda sufrir y callar, recoger una limosna si acaso te la dan, tratar de dormir cuando te abruma el cansancio, porque en condiciones normales ya te es imposible. Pensar y pensar, luchar y luchar, pero ya casi sin fuerzas para hacerlo; esperar la muerte y la incineración, porque ni siquiera te podrán conseguir un ataúd o un puesto en cualquier cementerio. Esa es la Venezuela forjada durante los últimos veinte años, plagada de la más intensa información fraudulenta que niega la verdad de lo que ocurre. Vivir en nuestra Patria es morir lentamente en ella. Y escribir... un tormento del Infierno de Dante.! Esta es una parte de la historia que ha vivido el autor, Fernando Herrera Álvarez, Psicólogo (UCV), Abogado (UCV), nacido en Madrid, pero residente en Venezuela desde su infancia hasta la edad de 81 años, fecha de cierre de esta su autobiografía.

Formato	Tapa suave
Número de Páginas	286
Lenguaje	Español
Editorial	Createspace Independent Publishing Platform
Fecha de Publicación	2018-08-10
Dimensiones	9.0" x 6.0" x 0.6" pulgadas
Letra Grande	No
Con Ilustraciones	No