Una metáfora subversiva del proceso político cubano: frente a las propuestas oficialistas del sentido racional de la Historia.

Jesús J. Barquet

. Lo más hermoso de Las tres partes del criollo, suma del teatro de Arrufat, habita en la emoción de perpetuar una idea antigua a través de los mecanismos rústicos, ambiguos y viscerales de la memoria.

Abel González Melo

. Arrufat lleva al extremo el argumento, al proponer que el único modo de emanciparse de estos relatos heredados no pasa por su abjuración en nombre de una subjetividad superior, sino por su reescritura. No hay quebradura del tiempo en Arrufat, no puede haberla: su textura no puede concebirse como la de una página en blanco, lisa y vacía, sino que está tramada de nombres, signos, máscaras que ya estaban inexorablemente allí, vistiendo el escenario en donde ocurre la historia humana, resistentes a cualquier decreto de olvido o voluntad de ruptura. Laura Maccioni.

Formato	Tapa suave
Número de Páginas	292
Lenguaje	Español
Editorial	Editorial Hypermedia Inc.
Fecha de Publicación	2018-11-01
Dimensiones	9.0" x 6.0" x 0.66" pulgadas
Letra Grande	No
Con Ilustraciones	No

Antón Arrufat (Santiago de Cuba, 1935). Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, estuvo vinculado a las redacciones de Ciclón, Lunes de Revolución y Casa de las Américas. En su vasta obra literaria sobresalen libros de poesía -La huella en la arena-, colecciones de narrativa -¿Qué harás después de mí?- y de ensayos -El hombre discursivo-, además de las novelas La caja está cerrada y La noche del Aguafiestas -que mereciera el Premio Alejo Carpentier en su primera edición-. Su creación para la escena, donde sobresalen títulos como Todos los domingos y Las tres partes del criollo, ha sido publicada y estrenada. Con Los siete contra Tebas -publicada en Cuba y en el extranjero- obtuvo el Premio José Antonio Ramos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en 1968. Su labor en el campo de la crónica, donde destaca su volumen De las pequeñas cosas, lo convierte en un semejante de quienes, en las páginas de El Fígaro o La Habana Elegante, convirtieron este delicado género en un ejercicio de sutiles aciertos. Es miembro de la Academia Cubana de la Lengua. Admirado hoy por la más joven generación literaria de la Isla como pocos autores vivos, recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba en el año 2000.