Muchas veces la vida nos da oportunidades que no pedimos y al rechazarlas para buscar nuestro propio camino lo único que encontramos son reproches y caras largas. Pero la vida es un cuadro que cada cual tiene que pintar con sus propios trazos, nadie aprende con las pinceladas ajenas a combinar los colores o crear nuevos amaneceres. Alexia Mendoza tiene esa idea fija en la mente y en contra de la opinión de su familia y para dejar atrás la traición de dos personas en las que confiaba, se embarca en la más grande aventura. En la de buscar y seguir su propio camino. Porque sabe que, aunque todos le den la espalda, deberá aprender que, si necesita de una mano, encontrara siempre una; Al final de su propio brazo.