La línea sucesoria del Imperio Scaeva está en peligro de extinción. El emperador Aulus Equitius no tiene descendientes, se encuentra en edad avanzada y bastante enfermo.

La sequía está azotando todas las regiones del imperio. Las personas de los pueblos mueren de hambre y sed. El problema se está trasladando a otros sectores, generando consecuencias devastadoras para la vida de la población, alcanzando a los animales, quienes proveen sus lanas y pieles, y a las plantaciones en general.

Sólo hay un lugar donde hay un río: la ciudad de Selana, capital del Imperio. El emperador anuncia a través de un decreto que quien invente un sistema que pueda solucionar el inminente drama del agua en todo el imperio, ese será su sucesor.

El artesano Bezalel será el inventor del sistema de acueductos. Johanna, su mujer, cuidará de él mientras es maltratado por los soldados en el hostil predio de talleres donde se llevan a cabo los trabajos en madera.

Bezalel padece una enfermedad que inmoviliza sus miembros causándole fuertes dolores. Conocerá a su maestro carpintero que le enseñará a convertir la madera en silicona a través de su mente y le regalará una caja pequeña con rubíes que será el símbolo de sus enseñanzas.

El flamante emperador junto a su emperatriz, Elizabeth, serán los protagonistas de una historia de amor, matizada por las durezas de la enfermedad, la tiranía y la realización de una majestuosa obra civil.

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