Con esta perturbadora novela, el autor pretende dar testimonio en nombre de los que ya no pueden darlo porque están muertos o desaparecidos, enterrados nadie sabe dónde o convertidos en ceniza y humo. Pretende desasosegar, sobrecoger, dejar sin habla. Pretende que al lector le tiemblen las manos mientras lee, que se eche a llorar, que se escandalice, que sienta vergüenza de pertenecer al género humano.Pretende también que el lector pierda la noción del tiempo, del lugar, que no sepa en qué día vive, que no sepa dónde lo han metido. Por eso el texto aparenta estar desordenado, desubicado, por eso a veces el lector pierde el hilo de la narración y lo recupera al cabo de varias páginas o no lo recupera nunca. Igual que los auténticos prisioneros de un campo perdían el hilo de su propia vida. No es una lectura fácil, ni cómoda ni relajante.
Alex Malavila dijo de LA JAULA DE LOS MONOS: "No se puede leer de un tirón. Cada diez páginas hay que salir al jardín a respirar".
El autor dijo en una entrevista: "Si quería dar testimonio del dolor que sufrieron las víctimas, una novela complaciente, dulce y bien maquillada no me servía; tenía que ser una novela chirriante, de lectura ingrata y con las astillas de los huesos rotos asomando por entre las páginas."
Y añadió "Para redactarla, no me he basado exclusivamente en los campos de la Alemania nazi, aunque sean los más famosos y también los más fáciles de identificar. He utilizado datos de fuentes muy diversas, de épocas muy variadas y de regiones muy diferentes. Por desgracia, que unos humanos se crean especiales y con derecho a exterminar al resto es más una constante que una rareza a lo largo de la Historia." "Respecto al asunto de las embarazadas, al no haber recibido ulteriores instrucciones entendemos que ya no suponen más que un gasto inútil. En consecuencia, procederemos a eliminarlas por orden de llegada al campo. Atentamente. Equipo médico"
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