A nuestro alrededor, en nombre de la tolerancia, crece cada día el campo de lo intolerable. Resopla el viento de la opinión dominante en una dirección tan fija y con tanta fuerza que desanima todo intento de susurrar en contra.

La pregunta es obvia: estamos ante una intolerancia nueva o es la misma de siempre? Este fanatismo juvenil es el mismo que ya conocíamos y todavía se conserva en el mundo musulmán? Nos impone su credo una inquisición progresista o es tan cavernícola como todas las precedentes?

Para comprobarlo, García Damborenea examina cómo germina cualquier intolerancia. Comienza por la semilla, que siempre es una Verdad con mayúscula. Continúa con su desarrollo hasta formar un credo articulado, el gran árbol ideológico de la intolerancia. Concluye examinando sus monótonos frutos. Tras esta, se ocupa de la inquisición progresista que, en nombre del pensamiento políticamente correcto, contamina el aire que respiramos, y a la que considera una variedad de estupidez: Cabe mayor estupidez que imaginarse en posesión de la Verdad Absoluta, elaborar profecías insoslayables sobre el destino de la especie humana, y mortificar a los hombres para hacerles un bien?

Un minucioso recorrido por la tarea del horticultor intolerante que siembra una Verdad y cosecha sufrimientos.